La Conversión

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Hernán777
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La Conversión

Post by Hernán777 »

Nada hay peor que ser por fuera algo que uno no es por dentro. Si una persona ha encontrado realmente a Dios mediante el descubrimiento de Jesucristo, entonces tiene que ser bautizada en ese Nombre y mostrar al mundo que es un seguidor de Jesucristo: de lo contrario estará viviendo una vida de falsedad.

En las Sagradas Escrituras la palabra "convertirse" o alguna forma de este verbo, aparece unas catorce veces en el Nuevo Testamento. Simplemente significa "detenerse y volverse". Esta palabra constituye el tema básico del poderoso mensaje del apóstol Pedro en el día de Pentecostés cuando él advierte a las multitudes: "Arrepentíos ..." Hechos 2.38

La conversión es aquel cambio voluntario en la mente de un pecador, con el cual éste se aparta del pecado y va hacia Jesucristo. Es aquella conmovedora transformación que en la Biblia se llama "Nuevo Nacimiento" o "Regeneración".

Nadie puede convertirse excepto por la Gracia de Dios; porque nosotros somos demasiado débiles para convertirnos si no contamos con Ayuda. Dice la Biblia: "Porque por Gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Efesios 2.8-9. La Gracia es de Dios; la fe es nuestra, pero el libre albedrío con el cual elegimos es un don de Dios.

El cambio que Dios obra en el corazón mediante la fe en Jesucristo se traduce en un extraño calor interior y en el sentimiento de que verdaderamente se está confiando en nuestro Salvador, y se recibe la seguridad de que mis pecados han sido borrados y que he quedado a salvo de la ley del pecado y de la muerte.

Generalmente, antes de la conversión se da un período previo de intranquilidad.

Nuestro mundo está enfermo de muerte, nuestra cultura se halla en caótica confusión y nuestra civilización está en peligro. La Buena Nueva del Evangelio de Jesucristo es la que ofrece el único remedio. El Evangelio de Jesucristo que redime es lo definitivo. Los pasos hacia la conversión son:



Uno debe reconocer que es un pecador
La Biblia afirma: "Todos pecaron, y están destituidos de la Gloria de Dios" (Romanos 3.23).

Esto no es fácil de aceptar. No nos agrada admitir que hemos procedido mal. Pero Dios exige no sólo que admitamos haber obrado mal sino que, además, abandonemos nuestros pecados. Aquí es donde viene nuestra voluntad humana. Puede ser que no poseamos la capacidad de abandonar el pecado, pero tenemos que tener la voluntad de dejarlo. Y cuando ponemos voluntad, es entonces cuando Dios nos ayuda.



Uno debe reconocer que Jesucristo murió y que resucitó para limpiar mis pecados.
Su muerte no fue un accidente. Estaba previsto en el Plan de Dios que Él derramase Su sangre en el madero. Gracias a Dios, la resurrección atestigua que Jesucristo resultó Vencedor del pecado y de la muerte. El madero y la tumba quedaron vacíos. Jesucristo Vive y tiene Poder para Salvar hasta lo sumo a quienes ponen en Él su confianza.



Dios requiere que recibamos a Jesucristo mediante la fe.
"Mas a todos los que lo recibieron, a los que creen en Su Nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1.12). Jesucristo afirmó: "De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" (Juan 18.3). En el momento en que usted recibe a Jesucristo a través del arrepentimiento y la fe, se produce la Regeneración y comienza a ser una nueva persona en Jesucristo. Las Escrituras afirman que las cosas viejas desaparecerán y que serán reemplazadas por cosas nuevas. (2° Corintios 5.17).

El Arrepentimiento.


Existen algunas ideas erróneas acerca del arrepentimiento; ellas son:

El arrepentimiento no es penitencia
La penitencia es el sufrimiento voluntario como castigo por el pecado y no implica necesariamente un cambio de carácter o de conducta. El "hombre santo" hindú que yace sobre un lecho de clavos o que se arrastra por el suelo está haciendo penitencia, pero ese acto no significa que su culpa haya sido absuelta.



No es sentir remordimiento
Judas Iscariote sintió remordimiento a causa de su pecado al traicionar al Hijo de Dios, pero su pesadumbre no lo condujo a Dios.



No es lo mismo que condenarse a sí mismo
Podemos aborrecernos a nosotros mismos por nuestra pecaminosidad, pero la autocompasión puede simplemente agrandar más las heridas del pecado y de la desesperación. Lo que debemos hacer no es odiarnos a nosotros mismos sino odiar nuestros pecados, odiar nuestros malos caminos, nuestros vanos pensamientos, nuestras bajas pasiones, nuestras mentiras, nuestra codicia, nuestra mezquindad. El odio hacia uno mismo conduce a la autodestrucción, y está mal destruir aquello que fue creado a la imagen de Dios.



Convicción
Es un indicador enclavado es nuestro corazón que advierte; por un lado el Espíritu de Dios y por otro la conciencia y el sentido común humano se unen para advertirnos: "¡Vuelva!". "¡Cambie de dirección!". "¡Usted va por un camino equivocado!".

No todas las personas son capaces de experimentar esta convicción proveniente de Dios. Sus espíritus se han vuelto tan endurecidos que resultan insensibles y no pueden percibir la voz del Espíritu de Dios.

La convicción, sin embargo, no es arrepentimiento, aunque forma parte del mismo. Es como una especie de alarma. Nos alerta acerca del peligro y de la desviación de nuestra vida. Si usted se siente incómodo por sus pecados, si el Espíritu de Dios le está hablando, entonces dé gracias a Dios porque ese es el primer paso hacia el Reino de Dios.

Nadie puede llagar al Reino a menos que se arrepienta de sus pecados, y nadie puede arrepentirse a menos que haya sido convencido por el Espíritu Santo.



Contrición
Es un sincero pesar causado por los pecados pasados y un serio deseo de andar en una nueva senda de Justicia. Dios tiene una promesa especial para aquellos que muestran genuina contrición ( o "la tristeza según Dios", 2° Corintios 7.10). Dios afirma: "Porque así dijo el Alto y Sublime, El que habita la eternidad, y cuyo Nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer Vivir el espíritu de los humildes, y para Vivificar el corazón de los quebrantados" (Isaías 57.15).



Cambio de mente, de actitud, de rumbo
Si uno está en verdad arrepentido, su voluntad será puesta en acción y tomará un rumbo opuesto al seguido hasta entonces.

Al experimentar verdadero arrepentimiento todas nuestras capacidades son reorientadas y canalizadas a través de Jesucristo. El verdadero arrepentimiento es poner todo nuestro ser (espíritu - alma y cuerpo: 1° Tesalonicenses 5.23) bajo el control de Jesucristo. El Señor manda que nos arrepintamos no por capricho, sino porque tiene un propósito: quiere nuestro bienestar y nuestra eterna felicidad.

Cuando han experimentado verdadero arrepentimiento y confiada fe, hombres y mujeres descubren que sus vidas, sus familias, sus negocios, todo ha sido cambiado .


El Nuevo Nacimiento.
No es una noble resolución
Al apreciar las maravillas creadas por Dios, o cuando hemos sido abatidos por una enfermedad, o quizás al estar frente a la tumba de un ser querido ¿no hemos resuelto ser mejores y mas piadosos?. Estos períodos de nobles resoluciones constituyen valiosas experiencias. Sin embargo, a menos que sean seguidas por una acción resuelta y que en realidad se efectúa un cambio íntimo, resultan finalmente sin valor.



No es sentirse triste por el pecado
Casi todos sentimos resentimiento por nuestras maldades, pero el resentimiento solo no puede hacernos nacer de nuevo.



No es unirse a una iglesia
Ya que la experiencia que cambia mi propia naturaleza me hace miembro de la Iglesia Verdadera. y no de las que llevan un nombre particular y/o están hechas de manos.

El nuevo Nacimiento es:



Nacimiento Espiritual
La Biblia dice al respecto: "los cuales no son engendrados de sangre, ni voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Juan 1.13).

Nuestro primer nacimiento nos dio vida física: el Nuevo Nacimiento nos da Vida Espiritual. La vida física termina con la muerte; la Vida Espiritual es Eterna.

Al experimentar el Nuevo Nacimiento entramos en la Vida abundante. Hay una enorme diferencia entre existir y vivir. En lo profundo de su corazón el ser humano percibe que fue creado para algo mejor, para algo mas hermoso y mas noble en su vida.

¡Cuán glorioso es Nacer de Dios!. Las bendiciones de ser hijos de Dios son: Su Poder Divino nos es transmitido. Afirma la Biblia: "Más a todos los que Le recibieron, a los que creen en Su Nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1.12). También somos guiados por el Espíritu de Dios.

Además, somos absueltos de culpa para que podamos ser "irreprensibles ... hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares del mundo" (Filipenses 2.15).

La Biblia también indica que somos herederos de Dios: "Así que ya no eres esclavo sino hijo; y si hijo también heredero de Dios por medio de Jesucristo" (Gálatas 4.7).



Nacimiento Revolucionario
Ver 2° Corintios 5.17. Por supuesto físicamente usted seguirá siendo el mismo, pero todos los demás aspectos de su vida serán transformados después de su Nuevo Nacimiento. No necesitará que nadie le dicte nada acerca de su conducta. El Espíritu de Dios lo conducirá ( Ver Romanos 8.14).

Si bien es cierto que hay cosas que deben ser abandonadas, Dios ha de darle algo mucho mejor en lugar de todo eso. Nada hay en nuestra vieja naturaleza que sea digno de ser salvado.



Nacimiento Eterno
Tenemos que estar dispuestos a recibir a Jesucristo como Señor y Salvador, y recibirlo de todo corazón. El fin de todo se acerca, Amén.

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