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¿Cuánta Sangre de Cristo se Necesita para el Perdón de mis Pecados?

Por Jorge L. Trujillo


Romanos 3:22-26 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo,  para todos los que creen en él,  porque no hay diferencia, 23  por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, 24  y son justificados gratuitamente por su gracia,  mediante la redención  que es en Cristo Jesús, 25  a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre,  para manifestar su justicia,  a causa de haber pasado por alto,  en su paciencia,  los pecados pasados, 26  con miras a manifestar en este tiempo su justicia,  a fin de que él sea el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús.


 

Introducción 

Existe dentro de los círculos cristianos un continuo debate sobre la naturaleza de la muerte de Cristo acerca de si la misma fue por los escogidos o por el mundo entero.  Sin embargo, dentro de uno estos círculos se ha usado históricamente, aun desde antes de la reforma, un axioma sobre el cual el mismo Juan Calvino dijo estar “totalmente de acuerdo”[i]. Juntamente con él,  otros reformadores, teólogos y ministros reformados de renombre en la historia, también han estado de acuerdo. Nos referimos a la siguiente declaración: “la muerte de Cristo fue suficiente para todos pero efectiva para los escogidos”.  Acerca del mismo Calvino, solo basta leer algunos de sus comentarios para ver lo que dejó escrito.  Por ejemplo, sobre Romanos 5:18 dijo:

AUNQUE CRISTO SUFRIO POR LOS PECADOS DEL MUNDO ENTERO, y es ofrecido por medio de la benignidad de Dios a todos indiscriminadamente, aun así no todos lo reciben.

Sin embargo, algunos se han manifestado en contra de estas palabras argumentando que si la muerte de Cristo fue “suficiente para todos” o que si Cristo murió por todos los pecados del mundo, eso significa que como no todos son salvados, entonces “la sangre de Cristo fue derramada en vano por algunas personas que nunca creerían al evangelio.”  Y que “Jesús sufrió por gusto a favor de aquellos que nunca se salvarían perdiendo esfuerzo y tiempo en lo que hizo.”

Al pensar en tales declaraciones me pongo a meditar de la falta de entendimiento que tienen algunos que se llegan a los extremos para defender sus posiciones personales y entendimientos humanos y no atender correctamente y con cordura las cosas que la Biblia declara.

¡Su Sangre es toda mía!

El problema como lo veo radica en pensar que si Dios escogió 500 personas, entonces Cristo tuvo que morir y derramar 500 gotas de sangre, si Dios hubiese escogido 1000 personas, entonces Cristo tuvo que derramar 1,000 gotas, si fueron 10,000 personas las escogidas entonces tuvo que derramar esa cantidad de gotas de sangre. Pero si Dios escogió 20,000 personas y Cristo murió por 50,000, entonces hay 30,000 gotas de la sangre del sacrificio desperdiciada.  Con toda humildad debo decir que ese zendo disparate no es lo que la Biblia enseña.   Eso aunque suena ‘interesante’ y quizás hasta muy sabio y atractivo, pero no es sino un gran absurdo y una locura sin sentido alguno.

Según la ciencia la cantidad promedio de sangre en el cuerpo humano es de 6 a 7 litros con un total de 42 millones de células rojas. Ponerse a decir que hay una o dos o tres (o que se yo cuantas) gotas de sangre por cada escogido es una idea descabellada.  La Biblia dice que la cantidad de escogidos son un número incontable de hombres y mujeres de toda la tierra (Rev.7:9). Supongamos por un momento, para ilustrar el asunto, que haya  1 billón de escogidos en toda la tierra (se calcula que hay 7 billones de habitantes en el mundo).  Pidamos que alguien saque la cuenta para ver como se dividen 7 litros de sangre entre 1 billón de personas.  Veamos cuánta sangre le toca a cada uno. ¡Insensatez!!!  Ni una milésima parte de una célula roja alcanzaría a cada persona.  Imagínese ahora el número incontable de los que han lavado sus ropas en la sangre del cordero.  ¡Por favor!

Objeciones

¡Oh! Pero ¿Qué de los pecados que son limpiados con la sangre de Cristo?  Yo, declaro personalmente que estoy por lo menos 1000% convencido de que para limpiar MIS pecados hace falta, no un poco, no la mitad, ni siquiera tres cuartas partes ni 99% de la sangre de Cristo sino ‘TODA’ la sangre de Cordero de Dios que fue derramada.  Y también me hace falta ‘TODO’ el sufrimiento tanto físico como espiritual que tuvo en la cruz para yo poder ser perdonado y para que mi culpa sea quitada.  ¿Por qué?  Porque yo, en mi casi medio siglo de vida he roto todos los 10 mandamientos millones de veces uno por uno, y si  no fuera por la misericordia infinita de Dios, con toda justicia y razón debería ir de cabeza al infierno por todos ellos y aun más por los que todavía me faltan. Sin duda alguna yo necesito toda su sangre porque merecía una muerte completa.

Adán no tuvo que comerse el árbol completo del fruto prohibido para incurrir en culpa de muerte eterna,  no amigo, una sola mordida al fruto de aquel viejo árbol fue suficientemente necesaria para condenar a Adán eternamente.  Y si un solo pecado tiene tan nefasta consecuencia, ¿Cuánto más crees que merecemos nosotros que hemos comido del árbol prohibido millones de veces?

Por eso el sacrificio de Cristo es 100% mío y solo completamente mío.  Toda su sangre es mía y todo su sufrimiento es mío y fue por mí.  Su vida completa fue entregada es mía y fue por mí. No un suspiro ni dos ni tres…  ¡No! Cada suspiro, cada aliento de vida entregado es mío.  Cada latigazo, cada escupida, cada bofetada, cada vergüenza fue por mí. Así también debe ser con cada uno de los que desea hallar perdón. Cada persona que desea tener la salvación debe hacer lo mismo, apropiarse de TODO ese sacrificio personalmente para la remisión de todas sus culpas.  El fue y es “mi” cordero expiatorio y a Él me aferro en fe y creyendo que es por su muerte que soy perdonado Y limpiado de todos mis pecados. Toda su sangre fue derramada por mí.

Para redimir un pueblo…

La muerte de Cristo en la cual derramó toda su sangre y entregó toda su vida fue para asegurar la salvación de su pueblo escogido.  Sin embargo, esa muerte es de valor tan infinito que fue suficiente para perdonar todos los pecados de todos los hombres de todos los tiempos si esa fuera la intención de Dios.  Si solamente hubiese “un solo” escogido en toda la tierra, la muerte de Cristo por esa persona requeriría la misma cantidad de sangre derramada, toda sus sangre.  Se requeriría la misma cantidad de suspiros, la misma cantidad de sufrimientos y la misma cantidad de vida entregada.   Porque el hombre es pecador y uno que peca contra la santidad de un Dios infinito necesita un salvador infinito en toda su extensión. Y cada hombre individualmente necesita apropiarse de ese sacrificio infinito para recibir el perdón por TODOS sus pecados. Tal como yo necesito ‘toda’ la sangre de Cristo y ‘todo’ su sufrimiento y la entrega de ‘toda’ su vida para poder ser redimido. El próximo, y la próxima y el otro, y la otra… necesita personalmente ‘toda’ la sangre de Cristo y ‘todo’ el sufrimiento de Cristo y ‘toda’ su vida entregada para su perdón y salvación eterna.

Ese argumento de que si hay o no hay una gota más o menos derramada, aunque apela a las emociones, a la filosofía y a la lógica humana, no tiene sentido alguno cuando miramos la cruz en su aspecto bíblico. Cada persona que ha de ser salvada, debe apropiarse de la entrega de Cristo en la cruz en toda su totalidad.  Cuando yo oro, yo no digo “Dios mío, gracias porque .00001% de la muerte de Cristo fue para mí, aunque el resto fue para los otros millones de elegidos, pero te doy gracias por esa cantidad de sufrimiento que sufriste por mí s culpas.” Ese sería el colmo de la arrogancia humana y del pecado; pretender que solo una mínima porción del sacrificio de Cristo, el santo Hijo de Dios, en la cruz del calvario es todo lo que necesito para limpiar mis culpas.

Pero alguno dirá: “yo soy pecador pero no tan pecador como Hitler, Castro, Mussolini, Mao o mi vecino, mis pecados no son nada comparados a los de ellos.”  Como siempre, el hombre en su ignorancia buscará separarse de los demás para ‘lucir mejor’ que su prójimo y no se compara debidamente a la ley de Dios.  ¿O no sabéis que “cualquiera que guarda toda la ley, pero tropieza en un punto, se ha hecho culpable de todos?” (Stg. 2:10).  ¿Y si Adán que tropezó en ‘un punto’ es culpado a muerte eterna, cuál pensamos que es el merecido que tienen todos aquellos que en fueron condenados en Adán porque cuando aquel pecó “todos pecaron en él” y añadieron más culpas sobre su pecado?

Otro se levantará preguntando ¿Pero qué de los abortivos, aquellos que murieron antes de ver la luz del día, y a esos le añadirán también a los pequeños inocentes que mueren antes de la edad de discernimiento y no tienen pecados actuales?  Eso lo dicen como si de veras hubiera inocentes delante de Dios que no merezca la condena de muerte por ser pecado.   ¿Es que olvidamos que “en pecados fuimos formados y concebidos”?  Aquel niño que murió en su infancia y el abortivo que no contó sus días en la tierra, también necesitan TODA la sangre y TODA la muerte de Cristo para cubrir su culpa y poder entrar a la gloria de Dios.

¡También Su Vida es toda Mía!

Algunos se olvidan que lo que nos lleva a la gloria no es solamente ‘el perdón de pecados’ que Cristo nos consiguió por medio de su obediencia pasiva al entregar su vida en la cruz, sino que es ‘la justicia de Cristo’ imputada a nosotros la cual nos ha ganado entrada a la gloria por medio de su vida perfecta.  Si Cristo hubiese solamente ‘muerto’ no fuésemos salvados por él.  Su vida perfecta, cumpliendo todas las demandas de la ley son para imputarlas a nuestra cuenta de manera que no seamos nosotros hallados “teniendo nuestra propia justicia,  que se basa en la Ley,  sino la que se adquiere por la fe en Cristo,  la justicia que procede de Dios y se basa en la fe”.

Esa vida perfecta de Cristo, la cual vivió una sola vez es también mía y TODA mía. Sus perfecciones, sus verdades, su amor perfecto hacia Dios y su entrega perfectamente amorosa por su prójimo, ¡ESA VIDA ES MIA, Y TODA MIA!!  No vivo yo por mi propia cuenta sino que ‘vivo en él’. Escondida esta mi vida con Cristo en Dios.  Esa es mi esperanza que Cristo murió para el perdón de mis pecados y toda su sangre es mía y que Cristo vivió para mi justificación y toda su justicia es mía.  Cada uno debe apropiarse no solamente de la totalidad de la muerte de Cristo para perdón de pecados sino también de la totalidad de su justa vida para la justificación eterna.

Conclusión

Si hubiese un millón de escogidos menos, la vida de Cristo no podía ser menos perfecta y su  muerte en la cruz no podía ser minimizada ni una milésima; Y si hubiese diez billones de escogidos más, su vida no debía ser más perfecta que lo que fue porque eso es imposible, ni el sufrimiento de su muerte tendría que ser aumentado más de lo que sufrió porque sufrió un castigo en total perfección.

Cada persona de manera individual debe poner su fe y confianza en ese Cristo que vivió y murió y resucitó para salvar enteramente a todos los que creen en él. Por medio de la fe cada ser humano debe apropiarse de toda esa muerte para su propia redención de pecados y de toda esa vida para su justificación eterna.

Por eso digo y sigo diciendo que el sacrificio de Cristo es ‘suficiente para todos’ porque no hay nada que añadirle ni mejorarle si los que se salvan fueran uno solo, mil personas o un millón más de lo que son.  Pero digo que es ‘efectiva para los escogidos’ porque son solamente los escogidos de Dios los que por su gracia infinita, al ser regenerados por el Espíritu Santo, pueden y afirmativamente poner toda su fe y confianza en ese sacrificio que tan libremente se predica a todos los hombres.

Por eso Dort dice correctamente:

III.- Esta muerte del Hijo de Dios es la ofrenda y la satisfacción única y perfecta por los pecados, y de una virtud y dignidad infinitas, “y sobradamente suficiente como expiación de los pecados del mundo entero.”

IV.- Y por eso es esta muerte de tan gran virtud y dignidad, porque la persona que la padeció no sólo es un hombre verdadero y perfectamente santo, sino también el Hijo de Dios, de una misma, eterna e infinita esencia con el Padre y el Espíritu Santo, tal como nuestro Salvador tenía que ser. Además de esto, porque su muerte fue acompañada con el sentimiento interno de la ira de Dios y de la maldición que habíamos merecido por nuestros pecados.

V.- Existe además la promesa del Evangelio de que todo aquel que crea en el Cristo crucificado no se pierda, sino que tenga vida eterna; promesa que, sin distinción, debe ser anunciada y proclamada con mandato de conversión y de fe a todos los pueblos y personas a los que Dios, según Su beneplácito, envía Su Evangelio.

VI.- Sin embargo, el hecho de que muchos, siendo llamados por el Evangelio, no se conviertan ni crean en Cristo, mas perezcan en incredulidad, no ocurre por defecto o insuficiencia de la ofrenda de Cristo en la cruz, sino por propia culpa de ellos.

VII.- Mas todos cuantos verdaderamente creen, y por la muerte de Cristo son redimidos y salvados de los pecados y de la perdición, gozan de aquellos beneficios sólo por la gracia de Dios que les es dada eternamente en Cristo, y de la que a nadie es deudor.

Al poner la fe en Cristo por la gracia de Dios, todas la bendición, el perdón y redención de todos los pecados es aplicada a cada uno de los creyentes en su vida y de esa manera cada cual se identifica de con Jesús como su representante, toda su vida y toda su muerte vienen a ser nuestras.  Los beneficios de la muerte de Cristo no se van gastando con cada nuevo convertido que viene arrepentido, ni se acabarán nunca. De igual manera su vida de perfección no pierde nada de valor, ni lo perderá no importando si los que se benefician de ella son un millón de hombres o si lo es uno solo. A lo que a mí respecta, “¡Cristo es todo mío!”. ¿Y usted qué dice? ¿Es usted justificado como lo son aquellos que son de la fe de Jesús? ¿Es Cristo todo suyo? Espero que así sea.

¡Aleluya!

Escrito: Julio 3, 2012.

 



[i] Comentario de Juan Calvino a 1 Juan 2:2: Aquí una pregunta se levanta: ¿Cómo han sido los pecados de todo el mundo expiados? Yo paso por desvaríos de los fanáticos, quienes bajo la pretensión de extender la salvación a todos los reprobados, y de esa manera al mismo Satanás {Nota: Lo anterior es con referencia al universalismo}. Tal monstruosidad no merece refutación.  Aquellos que buscan evitar tal absurdo, han dicho que CRISTO SUFRIÓ POR LOS PECADOS DE TODO EL MUNDO SUFICIENTEMENTE, PERO EFICAZMENTE SOLO POR LOS ELEGIDOS.  Esta solución ha prevalecido comúnmente en las escuelas.  Y aunque YO ESTOY DE ACUERDO QUE LO QUE SE HA DICHO ES CIERTO, aun así niego que tal declaración sea adecuada para este pasaje; porque el diseño de Juan no era otro sino el hacer el beneficio común a toda la Iglesia.  Por eso, bajo todo, el no incluye a los reprobados, sino que designa aquellos quienes han de creer así como aquellos que están esparcidos por las varias partes del mundo. Porque es luego realmente hecho evidente, como es propio, que la gracia de Cristo, cuando ésta es declarada, que es la única y verdadera salvación del mundo. (Nota y Mayúsculas añadidas).

 

Nota al lector: Sobre el cometario de Calvino sobre 1 Juan 2:2  A.H. Strong mencionó en una cita de Calvino sobre este verso distinta a la que encontramos aquí presentada.  Las citas que mencionó Strong son de Calvino pero tomadas de comentarios a tres distintos pasajes y puestas juntas en una sola oración.