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¿Enseña 1 Corintios 15:20-28 La Existencia De Un Reino Intermedio Entre La Parusía Y El Fin?

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“Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; después, cuando él venga, los que le pertenecen. Entonces vendrá el fin (…)”

1 Cor. 15:23-24 CST.


 

El premilenialismo[1] argumenta la existencia de un reino intermedio entre la parusía en 1 Cor. 15:23 y el fin en el versículo 24, tiempo que coincide con el reino milenial en Apocalipsis 20:1-6. Grudem (2007) lo argumenta de la siguiente manera en su teología sistemática:

Cuando Pablo habla de la resurrección, dice que cada persona recibirá un cuerpo resucitado, cada uno en su debido orden: «Cristo, las primicias; después (epeita)[2] cuando él venga, los que les pertenecen. Entonces (eita) vendrá el fin, cuando él entregue el reino a Dios el Padre, luego de destruir todo dominio, autoridad y poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies» (1 Co. 15:23-25). Las dos palabras traducidas «entonces» en este pasaje (epeita y eita) tienen el sentido de «después de», no el sentido de «al mismo tiempo». Por consiguiente, el pasaje le ofrece algún apoyo a la idea que, justo como hay un intervalo de tiempo entre la resurrección de Cristo y su segunda venida cuando nosotros recibamos un cuerpo resucitado (v. 23), de manera que hay un intervalo de tiempo entre la segunda venida de Cristo y «el fin» (v. 24), cuando Cristo entregue el reino al Padre tras haber reinado durante un tiempo y puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. (pp. 1192-1193)

Ladd (1991), otro autor premilenialista plantea la existencia de este reino intermedio en este pasaje de la siguiente manera:

En 1 Corintios 15:23-26 Pablo visualiza el triunfo del reino de Cristo como cumpliéndose en varias etapas. La resurrección de Cristo señala la primera etapa (tagma). La segunda etapa se cumple con la parusía, cuando aquellos que están en Cristo han de compartir también de su resurrección. “Después el fin, cuando él entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya anulado todo principado, autoridad y poder. Porque es necesario que él reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será destruido es la muerte.” Los adverbios traducidos como “después” son epeita y eita, los cuales denotan una secuencia: “después de eso”. Hay tres etapas distintivas: la resurrección de Jesús; después de eso (epeita) la resurrección de los creyentes en el día de la resurrección; y después de eso (eita) el fin (telos). Hay un intervalo no definido entre la resurrección de Cristo y su parusía, y otro segundo intervalo indefinido que cae entre la parusía y el telos, cuando Cristo completa la subyugación de sus enemigos. (p.40)

Esta postura es sostenida por diversos premilenialistas[3]; sin embargo, presenta serias dificultades, muchas de ellas insalvables, para probar la existencia de un reino intermedio entre la parusía y la resurrección de los injustos. Debo en gran manera a Hill, C. E., y también, aunque en menor grado a Vos, G., Strimple, R. Y Wallis, W. B.[4] los principales argumentos enumerados en este breve ensayo, que refutan esa interpretación:

1. Pablo en 1 Corintios 15:22 habla sólo de la resurrección de cristianos. El premilenialismo incluye también la resurrección de los impíos en esta resurrección. Wilber Wallis (1975) argumenta que, si una porción del género de Adán queda permanentemente en la muerte, el argumento de Pablo queda incompleto. Sin embargo, Gordon Fee (1994) nos presenta varias dificultades a esta posición ya que:

Requiere que: a) Cristo sea las primicias incluso de los que perecen. b) Que los que durmieron en Cristo (v. 18) incluyan a los que perecen, puesto que ese es el punto que se recoge en el v.20.[5] c) Que “serán vivificados” tenga que ver únicamente con la resurrección de la carne y no con la “vida” en sí.[6] d) Que la analogía Adán-Cristo no tenga que ver con la creación de una nueva humanidad, sino estrictamente con la resurrección y la muerte. (p.849)

Otros premilenialistas argumentan que de la misma manera de que “todos” los que mueren tiene un sentido inclusivo, así mismo “todos” los que son vivificados tiene que tener ese sentido. Sin embargo, Strimple (2004) nos hace notar que Pablo muchas veces usa la palabra “todo” sin un sentido inclusivo, y puede usar esa palabra en ambas cláusulas de la misma oración cuando solamente en una de las cláusulas la referencia es inclusiva. Pensamos inmediatamente en Romanos 5:18 donde el lenguaje es paralelo a 1 Cor. 15:22. “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida”. Aunque “todos los hombres” de la primera cláusula es inclusiva (excluyendo solamente a Jesucristo); “todos los hombres” de la segunda cláusula no puede ser inclusiva, porque el contexto está claro que aquí está hablando de la justificación que lleva a la vida eterna, y es contrario a la teología de Pablo decir que todos los hombres reciben esa justicia, no importa si confían en Cristo.”[7] De la misma manera en 1 Cor. 15:22 Pablo habla de las bendiciones más altas de la salvación, que es sólo para los creyentes, los que están en Cristo. Aunque Pablo no niega la resurrección de los injustos en otros pasajes, ésta no se encuentra en su discurso en este pasaje. La frase dice “καὶ ἐν τῷ Χριστῷ πάντες ζῳοποιηθήσονται.” Vos (1911) nos dice que el verbo ζῳοποιην (vivificar) que toma lugar “ἐν τῷ Χριστῷ” (en Cristo) necesita ser mediado por el Espíritu, justo como ἀποθνῄσκειν (mueren) ἐν τῷ Ἀδὰμ (en Adán) implica una unión real entre él y todos los que mueren. De manera que tanto la muerte como la resurrección entran a través de un hombre. Consecuentemente, en el v. 23, no todos por sí mismo, sino todos juntamente con “en Adán” y “en Cristo” tiene el énfasis que, así como no hay muerte afuera de Adán, tampoco hay resurrección afuera de Cristo. Así que Pablo no podía tener en su mente un panorama de resurrecciones incluyendo la de los impíos en la frase “luego el fin”, ya que Pablo sólo contempla la resurrección de los que están en Cristo.  El argumento de que Pablo tiene en su mente dos resurrecciones, es incorrecto.

2. Algunos premilenialistas aseguran que la palabra “tagma” (orden), en el versículo 23, implica dos etapas en la resurrección separadas por un intervalo. Esto porque consideran que Cristo no se considera una “división militar” o grupo en el orden considerado por Pablo, de manera que debe haber por lo menos dos órdenes o grupos aparte de Cristo para resucitar. Sin embargo, no hay razón para pensar por qué Pablo escribió la cláusula “Cristo las primicias” a menos que haya de darle un lugar en el orden de las resurrecciones. El sentido que mejor explica la palabra es la de que hay diferente rango entre la resurrección de Cristo y la de los creyentes; Cristo es las primicias, pero en su venida, los creyentes somos la cosecha. Hasta este versículo, lo único que Pablo ha dicho es que, en la Parusía, los creyentes resucitarán a la misma vida en la que Cristo resucitó.

3. Como Grudem (2007) mismo hace notar en su nota al pie de página número 34 en la página 1193 de su teología sistemática, eita no siempre indica una secuencia temporal, ya que puede indicar una progresión lógica. Puede indicar secuencias de pensamiento o eventos, no “periodos de tiempo”; en este caso, indicando la naturaleza de las cosas enumeradas.

4. No se puede alegar cuán largos son estos eventos, y aunque si bien, Pablo suponía un lapso entre la resurrección de Cristo y los que están en Cristo, él no podía determinar su duración. Grudem se apoya en esto para suponer que debe haber un tiempo entre la Parusía y el fin. Sin embargo, eita y epeita, son vocablos que pueden ser usados intercambiablemente en una secuencia (ver vs. 5-7). En el versículo 23, cuando se usa epeita, se presupone un lapso amplio; pero epeita puede ser usado como un lapso de duración corta, como en el “lapso” que hay en 1 Tes. 4:17. Pablo usa el vocablo para indicar que los que hayamos quedado seremos arrebatados juntamente con aquellos que fueron resucitados. No se requiere un lapso amplio entre la resurrección de los muertos en Cristo y los que son transformados.[8] Así mismo eita puede ser usado como tote para denotar una secuencia momentánea de acción tal como vemos en Juan 13:4-5, 19:26-27 o 20:27; de modo que el fin en 1 Cor. 15:24 puede ser inmediatamente después de la Parusía.

Los adverbios eita o epeita en sí mismos no determinan la duración del intervalo indicado, sino el contexto. El flujo de pensamiento en la serie en 1 Cor. 15:23 no es la serie: La resurrección de Cristo, luego la de creyentes, y finalmente la de incrédulos. El énfasis está en estar en Cristo y el poder de su resurrección. Interpretar la secuencia epeitaeita como una referencia al milenio está demasiado influenciada por Apocalipsis 20. El contexto nos ayuda entender que el intervalo entre “luego” en el versículo 23 y el 24 es corto; en primer lugar, porque Pablo en general nos muestra que el fin no está separado de la segunda venida de Cristo. En 1 Cor. 1:7-8; 1 Tes. 2:19, 2 Tes. 1:7 y 2 Tim. 4:1[9] el apóstol une la revelación de Jesucristo, el día del Señor Jesucristo juzgando al mundo, la resurrección de creyentes y el cambio de vida, como el fin hacia donde miran los creyentes, hasta el cual serán mantenidos irreprensibles; y en ese entonces, concluirá la necesidad del creyente de perseverar en esperanza.[10] En segundo lugar, porque Pablo espera que la renovación de la entera creación acompañará la resurrección de los santos, Rom. 8:18-22. Cuando la creación será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios, esto en sí mismo marca la consumación de todas las cosas y excluye la actividad adicional de los enemigos, que todavía tendrían que ser sometidos.

5. Telos en el verso 24 sólo puede significar fin. Es el cierre de los grandes eventos escatológicos, que conducen desde este siglo hasta el venidero. La partícula otan posterior a telos “no habla de la resurrección, sino de lo que resulta al final.” (Fee, 1994, p. 853). El sentido de hablar de la resurrección de los injustos, atribuido en los premilenialistas a la frase “luego el fin”, no era de interés en la literatura antigua. Pablo no define el fin como otra resurrección sino como el entregar el reino al Padre y sujetarse a Él para que sea todo en todos. El fin es el resultado culminante del proceso escatológico de subyugar a sus enemigos. No hay pensamiento de un último contingente de personas resucitadas. Tampoco hay pensamiento de conversión de incrédulos después de la parusía, ni de una segunda resurrección para juicio. Como Pablo tiene en mente desde el versículo 20 al 28 la esperanza del cristiano, es improbable que este fin implique una resurrección de injustos.

6. El reino de Cristo es una realidad presente; y aunque no hay nada en el texto que indique cuándo inicia su reino de conquista, tampoco dice nada acerca de que éste inicie desde la Parusía. Tampoco hay nada en el texto que impida ver que su inicio comience en un punto anterior como en su muerte y resurrección. De hecho hay muchos pasajes en toda la Biblia que indican que su reino inició en su resurrección y ascensión, y que la realidad del reino presente de Cristo se entendía claramente en la iglesia: Mateo 28:18; Hechos 2;36, 7:56; Romanos 8:34; Efesios 1:20-22; Filipenses 2:9-11, 3:20-21; Colosenses 1:13, 2:10, 3:1; Hebreos 1:3, 8:1, 10:12-13, 12:2; 1 Pedro 3:21-22; Apocalipsis 1:6. Como Strimple (2004) nos dice, en Efesios 1:21 Pablo utiliza las mismas palabras griegas que utiliza en 1 Cor. 15:24 (archê, exousia, dynamis), y en el mismo orden: “sobre todo principado y autoridad y poder y señorío”. Aquel pasaje de Efesios también nos dice que Dios exaltó a Cristo para comenzar aquel señorío y reino cuando le resucitó (v.20). En Colosenses 2:15 habla de la conquista sobre (arxai y exousiai) como habiendo sido en principio realizado en la cruz de Cristo. En Romanos 8:38-39 Pablo asume que Cristo reina y controla[11] sobre muerte, vida, principados y potestades (arxai, dynamis) y que nadie ni nada es capaz de separarnos del amor de Dios en Él. En 1 Cor. 15:24-27 Pablo se regocija en el dominio que Cristo tiene ahora[12] como mediador con la meta de poner todos sus enemigos debajo de sus pies. Aquel reino estará consumado cuando Cristo venga, y “la final trompeta” señala la resurrección para el pueblo de Cristo (15:52). Parecería extraño que la final trompeta suena en la resurrección de los creyentes, si el reino de Cristo como mediador solamente comienza entonces, y si otra resurrección ocurre después de un periodo largo de tiempo. La resurrección del pueblo de Dios hará posible que heredemos el reino de Dios, este reino final y eterno de Dios que está en contraste con el reino de Cristo como mediador. Según la interpretación premilenial, el reino milenial de Cristo no es el reino final de Dios. El lenguaje de 1 Cor. 15:50 se opone a esa interpretación. La destrucción de los poderes enemigos no sucede en un hipotético reino intermedio que comienza con la Parusía, sino que sucede poco antes de ella, y el inicio del telos, que es inmediatamente posterior a la Parusía.

7. El texto, aunque no indica cuando inicia el reino sí nos indica claramente cuando termina, esto es, cuando todos los enemigos hayan sido destruidos, y el último en serlo es la muerte (v.15:26). La muerte es destruida con la resurrección de los que están en Cristo (v.23), y esto lo sabemos porque en los versículos 50 al 55 claramente se conecta la destrucción de la muerte con nuestra resurrección. El adverbio “entonces” tote en la mitad del versículo 54 nos dice cuándo es que sucede la victoria de la muerte y es justo en la resurrección de los creyentes. Por lo tanto, la resurrección de los creyentes en la venida de Cristo, lejos de ser el punto de inicio, o el punto medio en el reino de Cristo (uno que tiene una fase celestial desde su ascensión y una fase terrenal en el milenio), es el punto final del reinado, porque con nuestra resurrección el postrer enemigo, la muerte, es destruido, y tan sólo queda el fin, que consiste en lo que expresa 24b y 28.

8. El premilenialismo objeta que la destrucción de la muerte sea sólo cuando los creyentes resucitan diciendo que hay dos victorias de la muerte, una preliminar en la resurrección de los creyentes antes del milenio y otra después del milenio para incrédulos. Ante esto, como Strimple (2004) nos dice, la respuesta es que no hay nada en el lenguaje de Pablo para apoyar esto. Pablo no establece una distinción entre la muerte para incrédulos y creyentes, sino que habla de la “muerte” en un sentido absoluto. No hay evidencia de que Pablo piense en la resurrección de injustos cuando habla de la destrucción de la muerte ¿No sería extraño para Pablo regocijarse en la resurrección, juicio y condenación de los injustos como los hechos que finalmente terminaron con la muerte? La verdad es que la muerte nunca está destruida en cuanto a los malos, para ellos la resurrección de los cuerpos es simplemente la anticipación del juicio final. De hecho, en Apocalipsis 20:11-15, a ellos se les sigue llamando “muertos”, aun cuando hayan resucitado.

 

Referencias:

Bock, D. L., Blaising, C. A. Gentry, K. & Strimple, R. (2004). Tres puntos de vista del Milenio y el más allá. Miami, Florida: Vida publishers, 52-55; 120-125.

Clouse, R. G. (Ed.), Ladd, G. E., Hoyt, H. A., Boettner, L. & Hoekema, A.A. (1991). ¿Qué es el milenio? Cuatro enfoques para una respuesta. Downers Grove, IL, U.S.A.: Casa Bautista de Publicaciones.

Fee, G. (1994). Primera epistola a los Corintios: Eerdmans Pub Co.

Grudem, W. (2007) Teología Sistemática. Miami, Florida: Editorial Vida.

Hill, C. E. (1988). «Paul’s Understanding of Christ’s Kingdom in 1 Corinthians 15:20–28», NovT 18: 297–320. DOI: 10.2307/1560623

Vos, G. (1911). “The Pauline Eschatology and Chiliasm”. The Princeton Theological Review 9:26-60: 5-10. Recuperado de http://www.biblicaltheology.org/paulchiliasm.pdf 30-09-2017

Wallis, W. B. (1975). «The Problem of An Intermediate Kingdom in 1 Corinthians 15:20–28». JETS 18: 229–42. Recuperado de http://www.etsjets.org/files/JETS-PDFs/18/18-4/18-4-pp229-242_JETS.pdf 30-09-2017.

 

Elaborado el 2 de octubre de 2017, Bogotá, Colombia.

 


[1] El premilenialismo es la doctrina que enseña la existencia de un reino intermedio de Cristo sobre la tierra entre su segunda venida y el juicio final.

[2] Originalmente Grudem invierte el orden de aparición de los adverbios que traducen «entonces», pero lo escribo en el orden como aparece original en el texto griego; sin que esto altere el sentido de lo que dice Grudem.

[3] Ladd (1991) indica en su nota 13 lo siguiente: “Esta exégesis es defendida por Oscar Cullmann, “The Kingdom of Christ and the Church in the New Testament”, en The Early Church, ed. Por A. J. Higgins (Filadelfia: Westminster, 1956) p. 111 y sigs.” (p.200)

[4] El artículo escrito por Wilber Wallis citado en este ensayo defiende la postura premilenial, sin embargo, fue de gran utilidad a lo largo del ensayo para tomar los principales argumentos de su posición y confrontarlos con los demás autores, principalmente Hill, C.E. quien interactúa mucho con él en su artículo.

[5] El versículo 6 habla de los “hermanos”, es decir creyentes, a quienes Cristo apareció entre los cuales algunos duermen.

[6] El versículo 17 parece conectar la resurrección de Cristo con la vida nueva en la regeneración; así como en Romanos 4:24-25 indica que los efectos de la resurrección de Cristo incluyen la justificación, un beneficio que obtenemos antes de nuestra resurrección de la carne, y que sólo experimentan los creyentes, quienes están en Cristo. Confrontar Rom. 5:18.

[7] En la sección anterior de esta carta a los Romanos (3:21-5:11) el apóstol ha enseñado claramente que los pecadores están justificados “por la fe” (3:21,26,30;4:5,13,5:1-2) No es sencillamente que por fe llegamos a entender que estamos justificados, sino como dice en Gálatas 2:16 “nosotros también hemos creído en Cristo para ser justificados”

[8] Confrontar el mismo uso de epeita en Lucas 16:7.

[9] Notemos que en 2 Tes. 1:7 y 2 Tim. 4:1 se implica que la resurrección de los impíos sucede en el mismo evento de la de los justos en la Parusía (Dn. 12:2, Jn. 5:28-29, Hch. 24:15) y que esto da inicio al estado eterno (2 Ped. 3:4-13).

[10] 2 Cor. 1:13-14, Heb. 3:6, 14, 6:11, 1 Ped. 4:7.

[11] En el versículo 34 dice que Cristo está a la diestra de Dios.

[12] En el versículo 25 el infinitivo presente traducido como “reina” indica que está reinando actualmente.