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Billy Graham¿Se debe rechazar o promover el llamado al altar[i]?

-Jorge L. Trujillo


Desde hace varios años he meditado sobre un tema al cual muchos se oponen y otros alaban.  Los que se oponen son  particularmente aquellos conocidos como calvinistas o los que sostienen la fe reformada, aunque no son los únicos.  Honestamente, aunque pienso que la fe reformada tiene fuertes fundamentos bíblicos, y a mi parecer, mucho más que ninguna otra interpretación bíblica, este es uno de esos puntos por el que no puedo ser convencido del todo con aquellos que lo critican.  Digo “aquellos” porque debo aclarar antes de proseguir que no todos los cristianos reformados están en desacuerdo o no practican los llamados al altar.  Hay varias formas de hacerlo y aunque no se haga igual que en iglesias de otras denominaciones, sí hay calvinistas que usan llamados al final del sermón o el culto.

 

Esta semana mientras trabajaba en el patio de mi casa me llegó de nuevo el tema a la mente y me propuse escribir este ensayo donde trato el tema del “llamamiento al altar.” Pero ¿Qué es eso del llamado al altar? Ofrecemos una definición:

Llamado al altar: Invitación que hace el pastor o predicador al final de cada sermón donde se invitan los pecadores a pasar al frente para recibir a Cristo como Señor y salvador haciendo profesión publica de su fe.

¿Qué tiene de malo esto? De veras pudiéramos pensar que en realidad no tiene nada de malo que se invite a los pecadores a correr por su vida y entregarse a Cristo como salvador de sus almas.  Yo personalmente no creo que tenga nada de malo. Sin embargo, debo mencionar que los que se oponen al “llamado” presentan razones que no deben ser descartadas del todo.  En este breve ensayo voy a dar las razones que en mi opinión sirven de ‘defensa’ de los llamados al altar y luego presentaré razones o prácticas que se deben ‘rechazar’ en torno a tales llamados.

El Problema

No todo lo que dicen aquellos que se oponen a los llamados al altar es malo, de hecho tienen mucha razón en una buena cantidad de las cosas que expresan. Sin embargo, pienso que otras razones ofrecidas no son del todo aceptables.  El problema principal radica en que muchas de las personas que hacen tales “llamados al altar” han abusado la práctica.   Muchos han utilizado métodos poco éticos para ‘atraer’ la gente adelante  mientras que otros utilizan la manipulación emocional para que las personas lleguen al frente.   No obstante, el hecho de que muchos hayan hecho mal uso de esto no significa que tal “herramienta” sea algo dañino.

¿Cuáles son las razones por la que la gente se opone al llamado al altar? Básicamente es porque se da la impresión que una vez alguien ha pasado al frente ya por eso es salvo no importando su condición espiritual después de aquel momento.  Es lo que llaman “creencia fácil” y sin compromiso.  Aunque es cierto que eso ocurre, no debemos tener miedo porque vengan algunos que  no se convierten de veras.  Cristo mismo dijo en la parábola del sembrador que “algunos creen un tiempo” y después se apartan (Mateo 13).  Eso es de esperarse, pero a veces da la impresión que muchos quieren evitar que se salven más gente de la cuenta. Como si se tuviera miedo que se salven aquellos que no son escogidos o que venga a Cristo más gente que la que debiera.  Eso es un tipo de híper-calvinismo que en nada ayuda la obra de Dios ya que nos ponemos como jueces y árbitros de lo que solo Dios conoce.  Otros rechazan el llamado al altar porque según dicen fue inventado por Charles Finney, un predicador de tendencias pelagianas que vivió a principios del siglo XVII. 

No hay que ser pelagiano para hacer un llamado al altar.  A veces parece que nuestro miedo de no hacer algo que va en contra de nuestra tradición nos impide usar tales cosas para el beneficio de la obra de Dios. Creo que el llamado al altar es un acto legítimo que si es usado de manera correcta puede beneficiar tanto los que se convierten como a la iglesia.

Una Defensa:

¿Por qué podemos hacer un llamado al altar?  Quiero comenzar por decir que considero que la obra suprema de salvación radica en el poder del Espíritu Santo por medio de la predicación de la cruz de Cristo (1 Corintios 1:21).  Pablo lo dejó muy claro cuando dijo “no me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación…” (Rom. 1:16) y Cristo mismo dijo que el Espíritu Santo convencerá al mundo de pecado,  de justicia y de juicio.” (Juan 16:8). Pienso también que la gente que experimenta una conversión genuina no lo hace cuando “viene” al altar.  La conversión ocurrió antes, el paso al altar puede ser una evidencia de esa experiencia. Pero, ¿porque es importante y quizás hasta necesario pasar al frente o hacer pública su confesión de fe?  En lo que sigue deseo exponer tres razones bíblicas para su consideración. Seguidamente presentaré una crítica a algunas prácticas que considero dañinas y presentaré mis razones.

El llamado al altar es bíblico

Desde los tiempos del AT se llamaba al pueblo a venir a Dios y postrarse delante de su presencia.  Es cierto que el llamado está siendo hecho al pueblo de Dios, cuando hacemos un llamado lo hacemos precisamente al pueblo de Dios.  Los que se convierten a la voz de la predicación son ese pueblo de Dios.

1 Crónicas 16:29 ¡Dad a Jehová la honra debida a su nombre!  Traed ofrenda y venid delante de él. ¡Postraos delante de Jehová en la hermosura de la santidad!

Romanos 10:8-10  Pero  ¿qué dice?:  "Cerca de ti está la palabra,  en tu boca y en tu corazón". Esta es la palabra de fe que predicamos: 9  Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor  y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos,  serás salvo, 10  porque con el corazón se cree para justicia,  pero con la boca se confiesa para salvación.

La biblia deja claro que Jesús vino a “salvar a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21) y es necesario que ese pueblo sea llamado no solo al corazón por el Espíritu Santo sino por el predicador. De hecho, es por medio del mensaje del predicador que el pecador es llamado por Dios. El Espíritu Santo toma el mensaje ‘externo’ del predicador y lo aplica al corazón haciendo así el llamamiento ‘interno’.  Cuando un mensajero “llama” a los hombres a venir a Cristo y los invita a pasar al frente para orar por ellos, El E.S. toma ese llamado al altar y lo hace un llamado al corazón.

El llamado al altar es un llamado al arrepentimiento

Siguiendo el punto anterior, el llamado al altar es una llamado al arrepentimiento que ‘marca’ un momento especial en la vida del pecador arrepentido. De esa manera el llamado al altar ayuda al pecador a dar un paso adelante y dejar lo que queda atrás.  Queramos aceptarlo o no, los seres humanos no somos solamente seres espirituales sino que somos seres carnales y emocionales. La acción física de pasar al frente tiene un efecto especial en la vida de las personas.  Cuando Juan el bautista predicaba a las multitudes, muchos venían a él para ser bautizados. Suponemos entonces que Juan, en su mensaje, invitaba la gente que viniera.

Mateo 3:1-6 En aquellos días se presentó Juan el Bautista  predicando en el desierto de Judea, 2  y diciendo: "Arrepentíos,  porque el reino de los cielos  se ha acercado"… 5  Acudía a él Jerusalén,  toda Judea y toda la provincia de alrededor del Jordán, 6  y eran bautizados por él en el Jordán,  confesando sus pecados.

La gente identifica al predicador con el representante (profeta) de Dios:  Cuando Jesús predicaba decía “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,  y yo os haré descansar” (Mat. 11:28) y las gentes venian a el en grandes cantidades. Ya Cristo no esta en la tierra, pero ha dejado predicadores en su lugar.  Cuando un predicador predica la palabra, el está representando a Jesús.  De tal manera cuando dice a la gente vengan a Jesús una manera efectiva en que la gente puede dar una respuesta a ese llamado es dando ese paso es caminando hacia el frente para recibir oración e instrucción cristiana.

Hechos 19:18 Muchos de los que habían creído venían,  confesando y dando cuenta de sus hechos.

Hechos 28:30 Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían.

En las dos citas arriba vemos dos casos distintos. En la primera vemos como las personas que creían 'venían' confesando sus pecados.  Aunque esto no es el caso moderno del 'llamamiento al altar', esta gente no lo hubiesen hecho si no se les hubiera llamado al arrepentimiento y la confesión pública, después de todo el llamado del evangelista es "convertíos y arrepentíos". Los que responden al llamado, 'vienen'.  En el segundo verso, vemos una situación donde los interesados en escuchar el evangelio y recibir a Cristo venían privadamente a Pablo.  ¿Porqué venían?  Obviamente el punto está en que venían a donde estaba el hombre que les guiaría a Dios su representante que en este caso era Pablo.  Escuchaban el evangelio y hacían profesión pública de su fe en Cristo.  Los que creían eran sguidamente bautizados.  Si no hubiese la oportunidad para hacerlo, ¿cómo podría saber Pablo y los otros cristianos que ellos habían creído al mensaje?

El llamado al altar es culturalmente aceptable: En cierta ocasión oí de una persona que había ido a la iglesia con la intención de hacer pública su profesión de fe. La persona se sentó a esperar que hicieran el llamado que nunca se hizo y se fue a su casa triste. Al parecer, según él, no le dieron oportunidad de expresar el sentir de su corazon. En la época en que vivimos, la gente espera que se les llame a pasar al frente para recibir a Cristo.  Es así como lo ven y al no darle la oportunidad para hacerlo es como si le estuviésemos cerrando las puertas a los pecadores.  Muchos esperan ansiosos ese momento para pasar al frente, que se ore por ellos, que les abrace, que llore con ellos, alguien que les acepte a pesar de sus pecados y de esa manera “hacerse cristianos.”

El Rechazo al llamado al altar:

¿Qué no se debe hacer en un llamado? Quiero tomar unos momentos para hablar contra algunas prácticas que considero dañinas en torno al “llamado al altar.”

Primeramente pienso que para que el llamado al altar al final del culto sea aceptable el sermón mismo debe ser un llamado a Cristo. Es decir, se debe predicar el evangelio, las buenas nuevas de salvación y no otra cosa.  Lo que se le ofrece al pecador mediante el mensaje es perdón de pecados y una vida nueva por medio de la reconciliación con Dios.  El problema con muchos predicadores es que ‘ofrecen’ lo que Dios no ofrece.  Muchos han cambiado el mensaje de salvación por un mensaje de prosperidad financiera, mejoría en sus tratos sociales o una perfecta salud y cosas por el estilo.  Es imposible hacer un llamado al arrepentimiento verdadero cuando lo que se ha “predicado” no es el evangelio. Por ejemplo, en cierta ocasión escuché un predicador muy reconocido por media hora en la radio hablar de cómo Dios quería prosperarnos, darnos dinero y muchas riquezas, finalmente cuando quedaban solo un par de minutos para despedir su programa radial, dijo de manera rápida “si algún oyente quiere recibir a Cristo como salvador personal, llámenos a este número de teléfono, estamos esperando su llamada.” De veras que tal cosa es un disparate y no se me ocurre otra manera de calificarlo.

Si un radioyente está financieramente cómodo y goza de buena salud, no tiene razón alguna para responder al llamado de ese predicador, ya tiene lo que el ofrece.  Por otro lado, si alguien tiene necesidad financiera o física y “viene a Cristo” porque le puede hacer rico o puede darle salud, está “viniendo” bajo un llamado falso que no ofrece salvación alguna para su alma; eso es un engaño. Recuerdo un predicador que dijo “el sermón completo debe ser un llamado” al arrepentimiento, al perdón y la vida eterna que Cristo ofrece.  El llamado al altar al final del sermón debe estar en línea con lo que se ha ofrecido por medio del sermón, a saber perdón por los pecados y salvación eterna en Cristo.

Un segundo problema que vemos con el llamado al altar es el de forzar la gente a ir al frente cuando ellos no lo quieren.  Recuerdo que cuando era muy joven estuvimos en una vigilia con otros jóvenes en una iglesia.  Después del servicio de adoración y una breve exposición de la Palabra invitamos a los jóvenes que deseaban oración a pasar al frente para orar por ellos.  Había un joven que había venido con nosotros y que yo sabía que no había “aceptado a Cristo” estaba allí sentado y no había pasado al altar.  Le insistimos vez tras vez esa noche hasta que lo obligamos a pasar al frente para orar por él.  El joven luego me dio la queja que no le había gustado lo que hicimos.  La experiencia me sirvió como buena enseñanza.  Es Dios quien convierte al pecador y no mi insistencia.

Recuerdo otro joven que pasaba por la iglesia se arrodillaba un rato y seguía su camino.  Esa noche le dije que no se fuera, que se quedara. El no quería quedarse pero le insistí tanto que se quedara que accedió a mi peticion. A mitad de sermón se levantó y se fue y nunca más lo vi por allí.  De veras que me arrepiento de haber hecho tales acciones las cuales atribuyo a mi juventud e ignorancia bíblica.  Sin embargo, me entristece y a veces hasta me enfurece ver como muchos pastores hacen lo mismo o peor con la gente que van a las iglesias. No veo problema alguno con que si hay alguna persona que desea pasar al frente y pide a alguien que la acompañe, pero hay gente en la iglesia que cuando se está haciendo el llamado al altar, van a la silla donde están las personas que ellos saben (o piensan) que no son cristianas y los traen ‘arrastrados’ de brazos hacia el frente y “los convierten” a la fuerza.

Otras veces el predicador les dice que “Dios le dijo que los está llamando y que esa es la última oportunidad para ellos”. Una manera común de un predicador para ‘forzar’ a la gente a convertirse era preguntándoles si deseaban una oración. Cuando la persona contesta positivamente, oraba por ellos y luego decía a la congregación que la persona se había convertido; por cierto esos “convertidos” no vuelven por allí jamás.  Me parece muy poco ético y anti-cristiano todo este tipo de cosas.

Tercero, no debe haber manipulación emocional.  El llamado al altar no debe ser forzado ni manipulado de ninguna manera.  El llamado altar es una oportunidad que se da a aquellos que sienten que Dios les está llamando al arrepentimiento.  Muchas veces se utilizan maniobras emocionales para traer la gente al frente.  En un culto reciente un predicador famoso, ex cantante del mundo, hacía un llamado de solo “cinco” minutos. Esos fueron los cinco minutos más largos de mi vida. Yo servía como ujier en ese culto y estuve casi una hora de pie atendiendo gente mientras que el predicador iba contando faltan cuatro, faltan tres, faltan dos, falta uno, falta medio minuto y al cabo de una hora se acabaron por fin los cinco minutos.  ¿No le parece a usted que eso es una mentira del predicador? A mí sí. Eso lo he visto hacer en más de una ocasión, se hace un breve llamado de media hora o más mientras se le dice a la gente que hubo un fulano de tal que estuvo en un culto como ese y lo llamaron al frente y no pasó y se murió esa misma noche, lo mataron cuando salió del culto; que  otro no llegó al fin de semana y pudo haber sido salvo esa misma noche, etc.

Hay gente, como los he visto, que se asusta con ese tipo de llamamientos, pasan al frente para que oren por ellos y después que se les pasa el susto, se van y no los ves más. Eso es manipulación. Otra forma de manipulación emotiva es la música que se pone de fondo mientras se hace ese llamado.  No sé con toda seguridad si el fondo musical es para llenar el vacío o para crear un “ambiente” donde la persona pueda ser “tocada”.  Ciertas personas afirman que en verdad la música suave crea ‘ambiente’. Un cierto ‘mood’ que  tiene un efecto psicológico en las emociones de las personas y las hace venir al frente.  Pienso que una mejor manera es la que usan algunos pastores que piden a la congregación que “oren” e “intercedan” por aquellos en la congregación que todavía no han hecho profesión de fe y se han comprometido con el evangelio.

El llamado debe ser hecho al entendimiento de las personas y no a las emociones. La Biblia nos enseña que “Dios,  que mandó que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones,  para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” (2 Corintios 4:6) Oremos para que Dios obre de esa manera en los corazones de los pecadores a nuestro alrededor porque esa es la única manera en que ellos podrán ser salvos.

Hace   poco escuchaba cómo se hacían en las grandes campañas masivas de evangelistas reconocidos para “atraer” la gente al altar.  El orador explicaba que se colocaban los ujieres dentro de la multitud de manera que cuando el predicador comenzara a hacer el llamado todos los ujieres comenzaban a caminar poco a poco hacia al frente al tiempo que el predicador decía “mira como vienen… muchos vienen a Jesús, ven tu también, Dios te llama, no te quedes en tu asiento…”  De esa manera, al ver que tantos iban, la gente también pasaba al frente con el montón de personas aunque él o ella no sabían que eran parte del “show.” Eso también es mentira y manipulación, pero según se decía es una práctica común entre los evangelistas.  Los cristianos no debemos prestarnos para tales engaños.

En cuarto lugar, algo que considero un poco impropio es la manera que se usa el conocido “repite conmigo” que ocurre con la gente que pasa al frente.  Los predicadores dicen una “oración de arrepentimiento” la cual deben repetir los que pasan al frente.  No hay nada mal en que la gente ore pero creo firmemente que el predicador debe evitar orar “en lugar” del pecador en vez de orar “por” él o ella. Nos vemos como por instinto diciéndole a la persona de que es lo que se debe de arrepentir como si nosotros conociéremos sus pecados.  Pensar que porque alguien repitió la oración ya es automaticamente salvo es un grave problema.  En vez de decirle "ya eres salvo" es mejor recomendarle que "siga en la fe".

Aunque podamos decirle al pecador, quien muy probablemente no sepa como orar, que "repita" una oracion, he aprendido que las veces que la gente viene al frente a pedir oración después de mi predicación, que aunque oro por y con ellos, les digo que se arrodillen al frente, que hablen con Dios, que le cuenten sus pecados y le pidan perdón porque solo Él es quien los oye y los perdona. Recuerde “todo el que invoca al Señor será salvo.”  Yo no puedo invocar a Dios en lugar del pecador, el pecador debe invocar a Dios por sí mismo. Él o ella deben arrepentirse de sus propios pecados y hablar lo que le salga de su propio corazón no del mío.

Finalmente, el llamado al altar no tiene que ser solamente un acto físico de caminar hacia la parte al frente del edifico de reunión.  El llamado al altar puede ser un acto de “ponerse en pie” en el mismo lugar donde se encuentra, también puede ser la acción de levantar su mano en su asiento.  Además, el llamado al altar tampoco que ser en una iglesia (edificio), ese llamado puede ocurrir en cualquier parte.  El llamado es “una invitación” a confesar a Cristo públicamente.  Puede ocurrir en un automóvil, en un parque, en una casa, en la tienda o en la calle.  El anciano pastor de la iglesia donde crecí solía decir, “si alguno, aun después de haberse despedido el culto, siente el deseo de confesar su fe en Cristo y ya estamos afuera en el estacionamiento, háganoslo saber y allí mismo oraremos por usted.”  No importa donde se dé la oportunidad, la gente después que escucha el evangelio debe recibir una breve oportunidad para clamar al nombre de Cristo y hacer pública su fe en él.

¿Cómo hacer un llamado?

Hay varias maneras en hacer una llamado apropiadamente.  La intención de que las personas hagan profesión de fe o se dirijan en esa dirección, creo que es apropiado ofrecer una oportunidad para que eso ocurra.  Algunas iglesias, proveen una manera la cual considero aceptable.  Se invita a los interesados a pasar a la parte al frente del edificio de la iglesia al finalizar el servicio o ir a un lugar del edificio preparado de antemano para eso.  Si tienen alguna pregunta, si desean oración o si quieren declarar su fe en Cristo, ese momento es bueno para hacerlo con una persona capacitada que pueda atender a sus inquietudes. Quizás sea necesario explicarle el evangelio de forma más clara para que las personas puedan entender mejor.  Este método es bueno porque evita la 'presión del grupo' que a veces es la que mueve a las personas a hacer "decisiones" precipatadas.  Además provee un medio por el cual las personas tímidas puedan expresarse libremente.  En este tipo de formato no hay presión ni manipulación para forzar a las personas a 'decidir'.  También se puede aprovechar este tiempo para entregar a las personas interesadas literatura adicional que les pueda ayudar en su conocimiento y donde puedan tener información de contacto para el futuro. También se puede tomar la información de ellos para darle seguimiento y/o enviarle material o alguna carta por correo.

Conclusión

Pienso que no debemos dejar de llamar los pecadores al arrepentimiento y a la profesión pública de su fe. Si evitamos los puntos de rechazo mencionados arriba, bien podemos hacer “llamados al altar” a los que se arrepienten de sus pecados.

El punto de importancia está en que se ofrezca una oportunidad para aquellos que quieren hacer pública su confesión de fe en Cristo para que lo hagan.  Jesús dijo "A cualquiera,  pues,  que me confiese delante de los hombres,  yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 10:32)  No debemos temer que se conviertan más gente de la cuenta; “Dios conoce los que son suyos”.   Cristo “salvará su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).  Por eso las palabras de Jesús fueron “Todo lo que el Padre me da,  vendrá a mí,  y al que a mí viene,  no lo echo fuera.”  (Juan 6:37)  dejemos que vengan, invitémosles para que vengan. Que vengan y sigan viniendo y mientras más vengan mejor.

(Rev 22:17)

 El Espíritu y la Esposa dicen: "¡Ven!"  El que oye,  diga: "¡Ven!"  Y el que tiene sed,  venga.  El que quiera,  tome gratuitamente del agua de la vida.

 

(Isaias 51:1-2)

"¡Venid,  todos los sedientos,venid a las aguas!
Aunque no tengáis dinero,  ¡venid, 
comprad y comed! 
¡Venid,  comprad sin dinero y sin pagar,vino y leche!

Amén.

Escrito: 14 de marzo de 2010/ 6 de Febrero de 2012 (Update)



[i] Notas sobre el uso de la palabra “altar”: En la iglesia moderna se le llama altar a la parte al frente de la iglesia, el lugar desde donde se predica y se ofrecen a Dios alabanzas y adoración.  Cuando se habla del “llamado al altar”, es un llamado para que las personas vengan hasta ese lugar para recibir oración al momento que reciben a Cristo como salvador.  Es importante notar que el Nuevo Testamento no se respalda esta designación para este sitio (Juan 4).  La idea es tomada del Antiguo Testamento. Bíblicamente el “altar” es el lugar donde el sacerdote ofrecía holocaustos de animales muertos a Dios en el Antiguo Testamento.  Abraham, Noé, Jacob, Isaac son ejemplos de gente que ofrecieron sacrificios a Dios en un altar.  Estos altares eran por lo general hechos de piedras.  La ley de Moisés dio instrucciones para que el pueblo tuviese un altar en el tabernáculo.  Este altar sería de metal, cuadrado y con una parrilla donde se ofrecían los holocaustos. La mesa donde se presentaban los panes sin levadura, también fue llamada altar. La Biblia indica que en el Nuevo Testamento nuestro altar es la cruz de Cristo, el Gólgota, aquel lugar fuera de la puerta donde Jesús fue crucificado.  Así también, Pablo indica que los sacerdotes que trabajaban ofreciendo sacrificios en el altar en el Antiguo Testamento tienen su contraparte en el Nuevo Testamento en los ministros que predican y enseñan  la Palabra de Dios.